La historia del Señor no se cumple haciendo algo grande de manera dramática, sino que se cumple estableciendo cada día, poco a poco, las condiciones de justicia.


Las personas de este mundo viven soñando con que su vida cambie de forma dramática.

Sueñan con ganar la lotería o con conocer a una pareja ideal, y viven buscando solo esos cambios repentinos, esforzándose o pidiendo ayuda a los dioses.

A veces, hay personas que experimentan ese tipo de cambios dramáticos, y los medios de comunicación les dan mucha importancia, por eso mucha gente en el mundo vive soñando con cosas así.

Pero en este mundo no existen los grandes saltos, y casi nunca sucede que la vida cambie de repente de forma dramática.

Además, aunque uno se esfuerce mucho en este mundo, en la mayoría de los casos esos esfuerzos no son recompensados.

Sin embargo, la persona que, delante del Señor, establece con constancia y humildad las condiciones de justicia, recibe la bendición de que, cuando menos se lo espera, su vida ha cambiado por completo.

De hecho, yo mismo he vivido esto.

Simplemente, mientras cada día cumplía de forma constante y sencilla lo que el Señor me había mandado, cuando me di cuenta, tanto mi entorno como mi vida habían cambiado enormemente.

Esto significa que, para recibir verdaderas bendiciones del Señor, lo más importante es hacer cada día, con constancia y humildad, lo que debemos hacer delante de Él.

No se trata de pensar solo en lograr algo grande, sino de establecer día tras día, de forma sencilla y constante, las condiciones de justicia.

De esta manera, esa persona, tarde o temprano, cumplirá en grande la voluntad del Señor y, como resultado, recibirá grandes bendiciones.

Deseo de todo corazón que cada uno de ustedes, que están escuchando esta palabra, pueda recibir estas bendiciones.


Para leer el artículo original, haz clic aquí: Rapt 468 23/5/2020 



Image by Daniel Reche from Pixabay

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