El amor de Dios nos envuelve siempre, como el aire. Si pudiéramos vivir sintiendo ese amor todo el tiempo, cualquiera de nosotros podría creer en Dios con firmeza y vivir amándolo.
El amor de Dios nos envuelve siempre, como el aire.
Y así como no podemos vivir en este mundo sin aire, tampoco podemos vivir sin el amor de Dios. Si ese amor no existiera, los seres humanos desapareceríamos enseguida.
Pero el amor de Dios, al igual que el aire, no siempre puede sentirse fácilmente. No todos pueden darse cuenta de que está ahí.
Hay personas que pueden sentir ese amor, y personas que no.
Quienes lo sienten, comprenden lo maravilloso que es el amor de Dios, y no pueden evitar creer en Él y amarlo.
Pero quienes no lo sienten, no pueden conocer esa maravilla. Por eso, aunque pase el tiempo, no llegan a creer en Dios ni a desear amarlo.
Dios conoce esto mejor que nadie.
Por eso, en estos tiempos finales, está derramando abundantemente Su Espíritu Santo sobre la tierra, guiando a muchas personas para que puedan sentir con firmeza Su amor.
Oro de todo corazón para que cada uno de ustedes reciba el profundo amor de Dios, crea en Él, lo ame, y pueda vivir una vida llena de verdadera bendición.
Para leer el artículo original, haz clic aquí: RAPT 940 30/6/2025
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