Si no nos arrepentimos de nuestros pecados, no podremos recibir la guía del Espíritu Santo, todo lo que hayamos hecho no servirá de nada, y después de morir, no podremos entrar al cielo.
Dios siempre nos dice que nos arrepintamos de nuestros pecados.
Desde nuestro punto de vista humano, puede que a veces nos preguntemos por qué Dios es tan estricto con el pecado.
Pero en realidad, cuando pecamos, ya no podemos recibir la guía del Espíritu Santo, y perdemos el camino correcto que nos lleva al cielo.
Sin embargo, si nos arrepentimos sinceramente de nuestros pecados, el Espíritu Santo vuelve a descender sobre nosotros y nos guía por el camino recto hacia el cielo.
Vivir con la guía del Espíritu Santo o sin ella es tan diferente como el cielo y la tierra.
Quienes reciben esa guía, disfrutan también de muchas bendiciones en esta vida, y después de la muerte pueden entrar al cielo y vivir para siempre en el amor de Dios.
Quienes no la reciben, no pueden gozar de esas bendiciones ni en esta vida ni después de morir.
Dios nos pide con amor que nos arrepintamos, porque desea que vivamos felices aquí en la tierra, y que, después de esta vida, podamos entrar con seguridad al cielo y vivir en felicidad eterna.
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