Quien purifica su corazón recibe abundantemente el Espíritu Santo del Señor. Y ese Espíritu Santo mueve su mente para que su destino se abra camino hacia algo mejor.
El destino de una persona cambia mucho según cómo use su mente.
Las ideas y pensamientos que normalmente le vienen a la cabeza influyen en cómo actúa. Y esas acciones son las que hacen que su destino cambie de forma importante.
El Señor da inspiración y emoción buena, una tras otra, a quienes han purificado su corazón y han recibido abundantemente el Espíritu Santo, para que su destino se abra hacia un futuro mejor.
Por otro lado, a los malvados, a través de Satanás y los malos espíritus, les da malas inspiraciones y emociones, una tras otra, para que su destino vaya hacia lo peor.
Así es como el Señor bendice a los justos que buscan purificar su corazón, y castiga a los malvados que ni siquiera lo intentan.
Hasta ahora, en las épocas pasadas, no había personas justas que intentaran purificar su corazón. Por eso, solo aquellos con fuerza o habilidad física lograban sobresalir, apartando a los demás.
Pero en esta época, los justos que purifican su corazón y reciben el Espíritu Santo están comenzando a sobresalir, incluso por encima de quienes solo tienen fuerza física o habilidades humanas.
De esta manera, el Señor quiere que los verdaderamente justos, con el corazón limpio, gobiernen este mundo y construyan el Reino de los Cielos en la Tierra, un mundo ideal lleno de amor y paz.
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