Así como una planta que ha crecido bien florece cuando llega su tiempo, una persona que ha crecido correctamente cumpliendo con los principios de justicia también podrá florecer cuando llegue su momento y transformar su destino de forma maravillosa.
Todas las personas sueñan, en algún momento, con que algo milagroso les ocurra y su vida florezca de una forma maravillosa.
Pero el destino de una persona no cambia solo por esperar sin hacer nada.
Dios nos ha enseñado siempre que todo tiene su tiempo.
Así como las plantas tienen un tiempo para florecer y dar fruto, también nuestra vida tiene tiempos preparados por Dios.
Pero ninguna planta puede dar flores o frutos si antes no ha brotado, crecido y echado raíces en la tierra.
Una planta que no ha crecido no puede florecer solo porque “le llegó el momento”.
Con las personas pasa lo mismo.
Solo cuando vivimos obedeciendo la Palabra de Dios, recibiendo abundantemente al Espíritu Santo y creciendo tanto en espíritu como en cuerpo, entonces, cuando llega nuestro tiempo, podemos florecer y cambiar nuestro destino de forma maravillosa.
Oro de todo corazón para que cada uno de ustedes crezca día a día, siguiendo siempre la Palabra de Dios, llenos del Espíritu Santo, para que cuando llegue su momento, puedan florecer y dar mucho fruto.
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