Al final, el mal no puede prevalecer.
Las personas malvadas pueden hacer lo que deseen y avanzar rápidamente, pero también deben dedicar mucho tiempo y esfuerzo a evitar ser descubiertas.
Por lo tanto, los justos acabarán superando a los malvados, y se invertirá el papel entre el bien y el mal.
Las personas malvadas pueden parecer invencibles hasta que llega un punto de inflexión.
Están dispuestas a tomar cualquier medida para prosperar, lo que les permite avanzar mucho más rápido que las personas justas que eligen no practicar el mal.
Sin embargo, cuando comienzan a florecer, las malas acciones que han cometido se van acumulando, y a partir de ese momento, se ven obligadas a tomar diversas medidas para evitar ser descubiertas.
Esto requiere tiempo, dinero y esfuerzo, y, por supuesto, puede resultar estresante.
Para los justos, no hay nada que no se pueda descubrir, así que lo único que deben hacer es cumplir con su deber.
A partir de ahí, el bien comienza a ganar terreno sobre el mal, y se produce una inversión en la dinámica entre ambos.
Además, si se revela alguna de las malas acciones de los malhechores, estos se encaminarán directamente hacia su caída.
Debido a la naturaleza del mal, nunca puede prosperar eternamente.
Por eso, aunque el mal pueda parecer que prospera, nunca debemos desanimarnos; debemos perseverar hasta el final, orando por su destrucción y buscando la justicia.
IR AL ARTÍCULO ORIGINAL: RAPT blog 910 (03/03/2025)