El crecimiento espiritual nos conduce a la verdadera libertad: Convertirse en imagen de Dios
Si una oruga destinada a convertirse en mariposa no crece, no podrá volar libremente por el cielo y vivirá una vida limitada y dolorosa en el suelo.
De la misma forma, si los seres humanos, llamados a ser como Dios, no crecen espiritualmente, se verán atrapados en una existencia vacía y llena de sufrimiento.
Las hermosas mariposas que vemos volar por el cielo comienzan su vida como orugas que se arrastran por las hojas. Después, pasan por varias etapas: se convierten en capullos, luego en crisálidas, hasta que finalmente se transforman en mariposas.
Una oruga destinada a convertirse en mariposa solo podrá alcanzar su propósito y ser verdaderamente feliz si crece y se transforma en lo que está llamada a ser: una mariposa capaz de volar por el cielo. Si se queda estancada en su fase de oruga, vivirá una existencia limitada y dolorosa, arrastrándose por el suelo.
De la misma manera, a los seres humanos se nos ha prometido la vida eterna y la felicidad plena si desarrollamos nuestro espíritu para ser como Dios. Si no crecemos espiritualmente, no podremos alcanzar esa bendición y nos veremos condenados a vivir una vida incómoda y restrictiva, como orugas arrastrándonos por el suelo en lugar de volar hacia la libertad del Cielo.
Solo cuando transformamos nuestro espíritu y lo desarrollamos para reflejar la imagen divina de Dios, podemos vivir plenamente, experimentando gozo tanto en esta vida como en la venidera, como mariposas que vuelan libres en el cielo.
Mi oración es que cada uno de ustedes crezca espiritualmente, convirtiendo su alma en un reflejo de Dios, para que puedan vivir la vida infinitamente bendecida que Él ha prometido a todos nosotros.
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