Primero que todo, ora para convertirte en una persona que agrada al Señor. Al hacerlo, Él te proveerá abundantemente con todo lo que necesites.
El Señor nos enseñó que una persona criada con el amor de Dios es como un perro de compañía que ha crecido con el amor humano, mientras que una persona criada sin el amor de Dios se asemeja a un perro callejero que ha crecido sin afecto.
El perro de compañía, que solo busca alegrar a su dueño, siempre recibe comida deliciosa y disfruta de paseos por lugares hermosos.
En cambio, los perros callejeros deben buscar su comida por sí mismos, y no siempre tienen la certeza de encontrar algo adecuado cada día. Además, les cuesta encontrar un lugar agradable para pasear, y muchas veces terminan vagando en sitios peligrosos.
De manera similar, nosotros, los justos, si simplemente vivimos para agradar a Dios, Él nos proveerá abundantemente todo lo que necesitamos. No necesitamos esforzarnos por conseguir éxito o prosperidad como lo hacen las personas del mundo. Si vivimos para complacer a Dios, Él nos bendecirá con gozo y, en ocasiones, nos dará un éxito y una prosperidad que incluso aquellos que no conocen a Dios llegarán a envidiar.
Aunque algunos piensen que un perro que está encadenado a su dueño está restringido, debemos recordar que un perro amado, aunque con correa, tiene una vida mucho más tranquila y plena que un perro callejero. Aunque el perro callejero parezca libre, a menudo vive con inseguridad y vulnerabilidad.
De igual manera, quienes eligen vivir en el amor de Dios y se esfuerzan por agradarle pueden parecer sujetos a reglas, pero en realidad son los verdaderamente libres, libres de las dificultades y peligros del mundo.
Mi más sincero deseo es que todos ustedes se conviertan en aquellos que constantemente alegran al Señor, y que vivan una vida plena, llena de sus bendiciones, hoy y para toda la eternidad.
IR AL ARTÍCULO ORIGINAL: RAPT blog 421 (16/11/2019)
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