La verdad más simple: la vida después de la muerte es solo una continuación de este mundo terrenal.

La muerte no elimina el sufrimiento que experimentamos en vida. 

El mundo espiritual está intrínsecamente conectado con este. 

Después de la muerte, entramos al mundo espiritual en la misma dimensión en la que vivimos, y allí permaneceremos para siempre


Las personas que creen en diversas religiones suelen pensar que, después de morir, irán al cielo y serán felices para siempre. Por eso, confían en sus respectivas creencias. Pero, ¿realmente podrán alcanzar esa felicidad eterna después de la muerte?

El Señor nos enseña que si una persona ha experimentado el amor de Dios mientras vivió en esta tierra, ha sido llena de la gracia del Espíritu Santo y vive con alegría y gratitud, entonces, después de la muerte, podrá disfrutar del mismo amor de Dios, ser colmada de Su gracia y continuar viviendo en alegría y gratitud.

Por otro lado, si alguien no logra establecer una relación de amor con Dios durante su vida, no recibirá bendiciones espirituales y vivirá en una agonía interior. En este caso, después de la muerte, tampoco encontrará bendiciones y no tendrá más opción que experimentar esa misma agonía.

En otras palabras, la vida en el mundo espiritual será un reflejo de cómo hemos vivido en la tierra. El más allá no será un cambio radical; es simplemente una extensión de nuestra existencia terrenal.

Por lo tanto, mientras estemos aquí, es fundamental aprender a disfrutar del amor del Señor. Así podremos liberarnos de todo sufrimiento emocional y vivir una vida llena de alegría y gracia sin fin.



IR AL ARTÍCULO ORIGINAL: RAPT blog 279 (26/05/2018)


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