Cielo Divino

El mundo está lleno de hipócritas.  Muchos aparentan tener un corazón puro y ser buenas personas, pero en realidad engañan a los demás.  Sin embargo, cuando alguien con un corazón verdaderamente limpio aparece, todos esos hipócritas quedan al descubierto de inmediato.  Es como en un mercado lleno de diamantes falsos: no es fácil saberlo, pero en cuanto aparece un diamante auténtico, se nota enseguida que los demás son falsos. Cuando no hay personas justas, quienes actúan de forma antinatural pueden parecer buenas personas.  Pero cuando sí las hay, ellas jamás se comportarán así, y los hipócritas quedan al descubierto.  Nada falso tiene valor ante Dios.  En la historia del Señor, solo los verdaderamente justos, aquellos con el corazón purificado, son reconocidos como tales y brillan con fuerza en este mundo. Para leer el artículo original, haz clic aquí: RAPT393 29/07/2019 By Gustave Doré - http://www.gutenberg.org/files/8710/8710-h/p7.htm#077 , Public Doma...

Entrada: Satanás siempre está celoso de nosotros, los justos elegidos por Dios, y por eso nos ataca de muchas formas. Dios lo eligió como ángel en el principio, pero él se rebeló, cayó y se le marcó como Satanás. Por eso, cuando nosotros, los seres humanos, somos salvos por la Palabra de Dios, él siente aún más celos y trata de hacernos daño de todas las maneras posibles. Los celos son un sentimiento que nace en el corazón de quien los siente, sin que la otra persona tenga la culpa. Por eso, no importa cuánto uno intente calmar al que siente envidia, no servirá de nada. Nuestros enemigos son personas así de difíciles y problemáticas. Si nos dejamos llevar por ellos y seguimos su camino de maldad, también terminaremos viviendo una vida infeliz, llenos de envidia, igual que Satanás. Deseo de corazón que siempre se mantengan en el camino de la justicia, que venzan por completo a Satanás y que conserven hasta el final la salvación y las bendiciones que Dios les ha dado. Para leer el artícu...

Cuando compartimos las palabras de Dios, algunas personas las reconocen como mensajes del Cielo, mientras que otras no.  Quienes entienden que estas palabras vienen de Dios son reconocidos como parte del pueblo celestial, usados como instrumentos valiosos y, al final, invitados al Reino de los Cielos. Para quienes no entienden estas palabras, los que sí las comprenden pueden parecer como una élite espiritual, y eso despierta envidia y celos.  Les resulta doloroso e incluso insoportable ver que otros entienden algo que ellos no pueden y que además lo comparten con alegría.  Por eso, quienes no comprenden la Palabra suelen perseguir a los que sí la entienden. Que una persona entienda o no estas palabras puede definir su destino.  Y nuestra capacidad para entenderlas depende de si las escuchamos y obedecemos con fidelidad.  Estas palabras son como una contraseña que solo pueden comprender quienes las escuchan con atención y viven con justicia.  De todo corazón...